De vez en cuando, a determinadas personas les propongo un tema que me parece ideal para su perfil y sus letras. Generalmente, ponen manos a la obra, me lo hacen saber, trabajan la idea, la siguen o la dejan, pero hay uno que es muy resistido desde la sola mención de su nombre y es el referido a la propia sombra esto es, el lado oscuro de nuestra personalidad.
Lo cierto es que, como la Luz y La sombra se disputan el universo entero, no es extraño que se enfrenten o sean adversarios en esa singular parcela de consciencia donde se registra, se activa y se define nuestra propia vida, nuestra época del alma, nuestro espacio estelar es decir, nuestra dimensión humana continuamente asediada por estas dos potencias contrarias. Lo maravilloso es que en esta guerra secreta, formidable, cada cual es único elector porque el triunfo de una u otra es resultado de una batalla personal puesto que, finalmente, se trata de una elección.
Cada persona -asistida por sus genes, medio ambiente, coeficiente intelectual y psíquico- es muy dueña de inclinarse hacia la luz o la oscuridad y, por qué no, hacia algún tono del gris. Cualquiera sea su preferencia, que en realidad es su tendencia, será siempre inquietante y peligrosa. Lo curioso es que resulta humanamente imposible saber cuántos o quiénes están inscriptos en cada uno de los bandos. Si bien es posible advertir en qué lado de la trinchera estamos, y podemos llegar a percibir resultados y consecuencias, esta dualidad nos confunde porque hasta hoy no hay victoria para el día ni para la noche desde que el equilibrio hace el juego a los opuestos que vendrían a ser cara y cruz de una moneda.

-"Sombra cuídame mucho lo que tenga que dejar
cuando me moje hasta adentro la oscuridad"
Al final de cuentas, Luz y Sombra es lo que somos, lo que seremos, y si bien no hay mejor idea que la de intentar un parecido con los ángeles... por ahora, al menos por ahora, somos otra cosa. A veces, simples hijos de... humanos.