viernes, 11 de septiembre de 2015

"Maestros Queridos"

   Si hoy al presidente de un país le decimos "presi" y el doctor es, lisa y llanamente, "doc" es porque estamos todos devaluados pero nadie lo está más que el docente. Si alguna vez fue personaje notable de su comunidad, hoy es un empleado público como cualquier otro desde que la familia le ha negado entidad restándole autoridad frente al alumno. El maestro ya no es el segundo papá ni su palabra es sagrada. Hoy los alumnos van al colegio con mucho conocimiento y una profunda sospecha de que en ese lugar no aprenderán nada que valga la pena lo cual no es culpa de los maestros sino de los programas de educación sobre los que no se trabaja lo suficiente (por no decir nada). Mientras los entendidos no se cansan de repetir que el conocimiento será el valor supremo del futuro, los chicos no le tienen el respeto que hasta hace muy poco le teníamos.
   Hubo una época en la cual se valoraba el vocabulario, por ejemplo, pero ahora hablamos poco -y a medias- con términos podados de tal manera que cada uno está creando su propio dialecto y llegará ese día de no poder entenderse con todos. Recuerdo que no hace mucho era una vergüenza tener mala letra y cuando costaba descifrar nuestros garabatos nos disculpábamos a la espera de que alguien tuviera la generosidad de decirnos:"tiene letra de médico".  Hoy no hace falta ese consuelo porque ya no escribimos ni hacemos cálculos personalmente desde que los hace una máquina que puede caber en un puño y, siguiendo en este tren, hubo alguna vez gente que escuchaba con respeto a quien tenía algo interesante para enseñarle o una novedad para mostrarle. Pero llegaron estos días de desaire a la excelencia. Hoy se insiste en ser "como todo el mundo" o un poco peor... mejor ¡nunca! Hay que igualar hacia abajo. Desde luego que siempre el estudioso fue tildado de "traga" pero, en otras épocas, en su futuro había buena cosecha y creaba tendencia respecto a la importancia de ser buen alumno no sólo en clase; también en la vida donde hay grandes maestros por dondequiera que uno vaya.
   No voy a cantar loas al ayer que tuvo tantas sombras como el hoy pero, hablando de educación en nuestros días, es una pena que el maestro se deba conformar con desarrollar un viejo programa de estudios cuando ya Max Scheler insistía en aquello de que educar es preparar para la vida. No veo que lo estemos haciendo porque las madres de nuestros alumnos pueden llegar a agredirnos, los directores despedirnos y la sociedad desprestigiarnos si ponemos mucho énfasis en mostrarle fronteras al estudiante con el afán de enseñarle cómo y cuándo cruzarlas en el caso de necesitar hacerlo.
   Escucho decir con frecuencia que "los chicos de hoy nacen sabiendo" porque es cierto que el espíritu de la raza humana está despuntando a toda velocidad pero esto no significa que la escuela y el maestro estén de sobra. Hoy es cuando más límites estamos necesitando y cuando más sabiduría nos hace falta para vivir una  vida provechosa. Que hay que corregir rumbos en materia educativa hay que corregir. Que hace falta perfeccionar técnicas de enseñanza para que el docente rinda más... hace falta hacerlo pero, la "seño" y la "señita" son irreemplazables  y ayer 11 de septiembre, día del maestro, quise hablar de ellas porque además de hermanas somos colegas y porque todo lo que soy -y lo que no soy- es gracias a mis maestros del colegio y de la vida.