viernes, 11 de diciembre de 2015

"Elecciones"

Lo mejor de esta vida es gratis. Uno no puede conseguir en una tienda juventud, genialidad, belleza, talento, salud, amor o amistad... lástima que, muchas veces, por obra de nuestras elecciones lo que es natural -y regalado- termina siendo poco menos que una quimera pero a todo esto ¿qué son nuestras elecciones? las llamamos personales aunque la mayoría de las veces sean inconscientes o involuntarias por ser inducidas. No por nada hay familias de solteros, de divorciados, de triunfadores y fracasados en todas partes. Nuestra vanidad, sin embargo, nos lleva a suponer que hacemos lo que se nos antoja lo cual bien podría ser cierto sólo que, como también son gratuitas las diferentes programaciones que cargamos como la psíquica, la genética y la cultural, los decretos habidos y por haber que cumplimos queriendo, y sin querer, son tan innumerables  como culpables de que mil veces nos preguntemos por qué razón  hemos llegado a un lugar al que intencionalmente ni siquiera nos hubiésemos acercado y... ¿entonces qué pasó? ¿Somos autómatas, estúpidos o títeres? No. Nada de eso. Simplemente, muchas veces elegimos mal porque dejamos que lo hagan nuestras emociones cuando hay elecciones, decisiones, que deben ser monitoreadas por la razón.

   En cierta oportunidad, acompañé a una amiga a la seccional de policía para rescatar a su hijo adolescente que había cometido un pequeño ilícito. De regreso a casa, llorando, comenzó a preparar revuelto gramajo que al chico le encantaba y escuché este diálogo desopilante entre mi amiga y su esposo:
   -¿Es un delincuente y lo premias?
   -Si su madre lo abandona qué puede esperar de los demás.
   Razonamientos de este tenor son generadores de gran parte de nuestras decisiones de las cuales ninguna es más importante que otra porque cada una de ellas, por muy insignificante que sea, es generadora de la siguiente. Aún sabiendo que en toda batalla entre la emoción y el pensamiento la emoción gana -por lejos-  estamos siempre expuestos al error por el habito de darle la delantera a la inteligencia emocional y no a la racional. ¡Pero cómo! ¿No era que en el corazón está el genio porque es el órgano más íntimamente ligado al infinito? Si. Claro. Por supuesto... pero hay un campo de acción para él y otro para la razón. El arte y los afectos son territorios del corazón mientras que el comercio y la ciencia son zonas donde el cerebro es rey aunque falta agregar algo importante:  la condición humana es falible y ése es el margen de error que se puede encontrar tanto en el pecho como en la cabeza pero a no desesperar porque falta el recurso infalible: el guiño de  la intuición. Si lo aceptamos estamos a salvo y en caso contrario tampoco  hay de qué preocuparse  demasiado, ni por qué sentirse culpable, porque las llamadas elecciones personales son todas muy buenas desde que, entre todos los seres de esta dimensión, somos los únicos que tenemos el regalo más formidable que haya podido darnos la evolución:  el de poder revisar, corregir, cambiar, descartar, y hasta de volver a empezar. ¡Qué suerte! ¡Cambiemos!.