viernes, 8 de enero de 2016

"Año de Reyes"

   Mi madre solía decir que le debía a cada santo una vela con la santa intención de enseñarnos la gratitud. La pobre no tuvo mucho éxito que digamos pero lo cierto es que agradecer es muchísimo más que una buena costumbre: es una puerta que da al bienestar de quien ofrece su ayuda, por el simple placer de hacerlo, y  de aquel que la recibe si sabe disfrutar el privilegio de merecer una gauchada o una simple muestra de afecto.
   Un conocido refrán, y conste que a los refranes no los promulgan los tontos, es inquietante cuando dice:
   -No sé qué favor le hice a fulano para que me odie tanto"
   Esta manera coloquial de acusar al desagradecido tiene asidero en el hecho de que no siempre el favor es bien recibido. El favor descoloca cuando hay una eficiente gestión del orgullo y no por otra causa escuchamos  mil veces decir:
   -No me asiste porque es bueno; lo hace porque le conviene.
   -No me da una mano por ayudarme; me tira lo que le sobra,
   -No es espléndida conmigo porque me quiera; lo es para hacerme notar que está mejor que yo.
   -Me tiró unos pesos...
   Si esta sarta de imbecilidades intenta justificar la ingratitud hacia nuestros semejantes ¿qué gratitud podría esperar la vida de nosotros? Suponemos que lo merecemos todo y desde luego suponemos bien  pero sucede, además, que somos desmemoriados porque cuando no podemos concretar nuestras metas, o nuestros sueños, pocas veces nos preguntamos  por qué. Sin más ni más nos sentimos desgraciados por no tener la suerte que supuestamente tienen otros y en el acto ya estamos instalados en la queja o en la conspiración, cuando no en el resentimiento, porque no nos gusta ni medio la ley de "Acción y Reacción". Tampoco nos detenemos a pensar en la sabiduría de la vida  con respecto a nosotros (niños aprendices) que presumimos, tantas veces, de ser maestros en lo nuestro pero, ¿qué es lo nuestro? NADA porque NADA hay para nosotros si ella no lo permite.
   Tengo por cierto que la mano para dar está siempre abierta sólo que la nuestra está casi todo el tiempo cerrada para recibir. También aprendí que para seguir recibiendo atenciones de la vida hace falta  aprender a dar gracias no sólo con palabras: con actitudes. Es un hecho que todos venimos a este mundo con un "debe" más un "haber" y que somos mayoría los nacidos con más deudas que con cheques al portador pero, todo es puro aprendizaje. Es urgente aprender a recibir con la misma naturalidad con la que miramos pasar los coches por la calle y, dentro de lo posible, "con buen ánimo y espíritu deportivo" como sugiere el periodista, músico, escritor y bella persona, el doctor Nelson Castro.
   Agradecer es una gran llave para acceder a la abundancia porque ella es afín a la calidad humana así que a no olvidar dar gracias por el desayuno de cada día después de haber agradecido, la noche anterior, la cama donde pudimos descansar. También recuerda que dones, bienes, mimos y favores son monedas corrientes que no cotizan en el mundo de los ingratos que, más temprano que tarde, terminan siendo verdaderos indigentes que darían toda su fortuna para conseguir una migaja de salud, afecto, serenidad o  alegría.
   Pensar que sólo quería contar que yo espero a los Reyes Magos todo el año porque todos los días pasan por mi puerta para entregarme lo que necesito, lo que sueño y algo más. Como no olvido agradecerles, mis zapatitos nunca se ven vacíos y, entre nosotros, a veces amanecen rebozantes de preciosos + que me hacen llegar unos Reyes Magos geniales del mundo virtual donde trato de hacer "Buena Letra".
 ¡GRACIAS!