viernes, 26 de febrero de 2016

"El Terreno"

No siempre es así pero, no hay que sorprenderse.

  

   Las madres se miran en sus hijos porque son sus obras. Una mujer se cree en inmejorables condiciones cuando esos hijos son varones y, además, abogados así que... nadie se atreva con ella porque entonces la humanidad podrá descubrir lo que es capaz de hacer un buen muchacho cuando de defender a su madre se trata. Con tan positivos pensamientos este mundo es amable y el futuro se ve color de rosa como le sucedía a María Sara hasta que, de sólo estar, decidió vender un terreno heredado no hacía mucho tiempo. El predio, muy bien ubicado a seis cuadras del centro comercial de una importante ciudad del norte argentino, estaba cercado por una tapia de gran altura si bien, en el frente, una puerta precaria mostraba su estado de abandono.
   Cuando la heredera recordó que el terreno era suyo se encontró con un rosario  de deudas más trabas burocráticas que incluían un breve juicio de sucesión, como lo dispone la legislación argentina, todo lo cual no era problemático para la madre de tres hombres de leyes.
   Al cabo de un año el mayor de sus hijos le dijo algo al respecto:
   -En cuando tenga un respiro iremos al pueblo para poner tu asunto en marcha. Luego habrá que esperar. Estas cosas llevan su tiempo.
   Dos años después acudió al menor, su preferido, para pedirle que hiciera alguna gestión para iniciar el expediente. Su predilecto le dijo exactamente lo que ella necesitaba escuchar:
   -Me estoy ocupando madre.
   Promediando el trecer año María Sara, al borde de perder los estribos, decidió hablar con quien había nacido entre el primero y último de sus hijos. El doc le dio una respuesta inesperada:
   -¡Mamá!!!!! Estamos en plena campaña electoral. Se está jugando mi futuro. No tengo tiempo ni para dormir y hoy me sales con tu terrenito.
   Al comprender que se le estaba yendo la mano en el trato que le daba a su madre, la abrazó sin muchas ganas, al instante declamó un brillante contra discurso es decir, le dijo unas cuantas mentiras que- como siempre- en boca de un abogado son tranquilizadoras.
   Las lágrimas de las madres muchas veces van por dentro y las quejas no suenan porque se ahogan en el corazón. Pasados los años, toda vez que María Sara se encontraba en apuros económicos no podía evitar pensar en aquel dinero muerto de risa que no se dejaba tocar. Si alguien le aconsejaba designar a un letrado que se encargara del terreno, ella  enfurecía:
   - Con tres hijos abogados ¿cómo voy a pensar en la designación de un defensor de mis derechos?
   Siete largos años después la madre pudo tomar coraje para  hablar con "sus" abogados. Ellos, con  su mejor cara de ángeles le hablaron cariñosamente:
   -Pero Gordita: ¿cuánto hace que estás con el tema del terrenito? Todo a su tiempo. Cada día se cotiza mejor tu parcela ¿cuál es el problema?. Esta semana empezaremos a encargarnos.  
   Por lo visto "quedaron así".
   Hoy he pasado frente al terreno de María Sara. Ya no está muerto de risa. Está visible, muy presentable y EN VENTA. Junto al  cartelón, donde figuran sus dimensiones, hice colocar otro más modesto, y tal vez más vendedor, donde se pudo leer