miércoles, 19 de octubre de 2016

"Cartas Marcadas"

 
    ¡Arriba el telón!
   En un ángulo del escenario, un pintor bajito ponía el alma en su cuadro mejor haciendo temblar a su caballete porque apenas si podía sostener en mano su paleta de colores por el susto que tenía. Aún rodeado por angelitos negros, cómodamente ubicados entre nubes de papel, estaba arrepentido de estar tan expuesto en el escenario sólo porque una maestra lo había decidido. Demasiado tarde para lamentos de un artista amateur, pero en el preciso momento, la profesora de música, Ana Zamar, comenzó a deslizar los acordes que inmortalizara el venezolano Andrés Eloy Blanco en "Angelitos Negros" y en el acto apareció Ella ¡La cantante!. Alumna  no muy brillante de cuarto grado, en su andar parecía una vestal griega llevando el fuego sagrado hacia el este del templo si hasta parecía levitar o, mejor dicho, caminar en el aire que era donde en realidad la niña se encontraba. Le habían pintado con corcho quemado toda la piel y sus labios eran una desmesura  carmesí que hacía juego con su escotada blusa a lunares blancos. Debido al hecho de no conocer  ángeles femeninos, por muy afeminados que sean, la improvisada cantante de nueve años pudo sentirse toda una mujer y como los focos del escenario la enceguecían hasta impedirle ver al público, que llenaba el Salón  de Actos de la escuela, "el monstruo de mil cabezas" estaba inhabilitado para amedrentarla así que Ella, sin complejos, rompió a cantar.
   -"Aunque la virgen sea blanca/Pinta angelitos negros/Que también se van al cielo/Todos los negritos buenos...!"
  


Poco después, en otro festejo escolar, Ella fue elegida para representar el papel de una gitanilla que gracias a su pandereta pudo disimular lo mal que cantaba las estrofas tristes de "El Mendigo Errante". Era una suerte que José Serrano, el autor de la música, no estuviera presente en la sala si bien Ella se emocionaba con la letra de Carlos Arniches y Enrique García Álvarez:
   Hungría de mis amores/Patria querida/ Llena de luz y canciones/Mi triste vida..."
   ¿A quién pudo habérsele ocurrido que Ella podía cantar en público si no tenía condiciones para hacerlo? Por suerte, la niña pudo sincerarse a tiempo y admitir que cantar no era lo suyo porque lo suyo era pensar. Sí. Sin duda Ella no estaba para cantos; estaba para letras. Buscando el tono de "Canta mendigo errante/Cantos de tu niñez/ Ya que nunca a tu patria/Volverás a ver..." Ella descubrió su voz interior y la negrita cantora, en complot con la gitana salerosa, fueron las responsables de iniciarla  en el camino de las letras.
   ¡Ay, las elecciones! De ellas depende nuestro buen o mal vivir y aunque puedan parecer insignificantes no se debería subestimarlas porque las decisiones no tienen valor en sí mismas; tienen el peso de la entidad que les demos en nuestras mentes que será, en realidad, el que tendrán en nuestras vidas.
   -¿Por qué y para qué tomar un camino y no otro? ¿Hacia donde nos llevan los rumbos que elegimos? ¿Podremos afrontarlos a solas o hará falta andar bien acompañados? Si nuestras elecciones no son tales por ser mandatos familiares (más o menos encubiertos), no viviremos una gran vida pero, si las elecciones son personalísimas nos alimentarán el alma y viviremos nuestra historia con el corazón contento y no una historieta ajena con un nudo eterno en la garganta. No quiero olvidarme de algo que tengo bien confirmado: el éxito económico de una actividad no depende mayormente de la formación o capacitación académica. El triunfo monetario de una gestión laboral es fruto exclusivo de la pasión que seamos capaces de imprimirle y esa pasión es hija única de una gitana (blanca o negra) a la que nunca se pudo desterrar: su nombre es  Vocación y como  tiene bien marcadas las cartas del Destino es ella quien nos lleva a encontrarlo.
 

 
 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario


Leer es un placer!!!